Cuero en la montaña: el cuidado adecuado para el frío y si esquías

Las palabras clave para la piel en la montaña son hidratación y protección. En invierno, las bajas temperaturas resecan la epidermis, por lo que necesita una dosis extra de nutrición, más aún si se está en altura, al inicio de la temporada de esquí. También debe protegerse y reforzarse contra los cambios bruscos de temperatura que pueden estresar los capilares. ¡Pero también ten cuidado con el sol y su resplandor en la nieve!

Cuero en la montaña, lo que pasa en el frío

Frío rima con sequedad no solo del rostro sino también del cuerpo. Las bajas temperaturas provocan una vasoconstricción para que el cuerpo no desperdicie calor innecesariamente.Sin embargo, la consecuencia es una menor oxigenación de los tejidos, por lo que la piel comienza a secarse y a "estirarse" porque no recibe la nutrición necesaria.

En el frío también existe la acción del viento que daña la película hidrolipídica, la capa superficial que actúa como barrera. Por lo tanto, la epidermis parece no solo más seca sino también más sensible a todos los agentes externos, incluidos los gérmenes y las bacterias.

El daño es más visible en pieles ya secas o sensibles, quizás incluso con episodios de cuperosis. Además, el continuo cambio repentino de temperatura (por ejemplo, al entrar en una cabina muy calurosa) tensiona la microcirculación que está sujeta a vasoconstricción y vasodilatación, responsable por ejemplo del enrojecimiento y la rotura de capilares.

No olvides la piel de tu cuerpo. En este caso, otro elemento que provoca la sequedad es el roce con los tejidos. El frotamiento continuo solo acentúa la sequedad de la piel, especialmente en las zonas que ya están menos nutridas, como las piernas.

Cremas, mantecas y mascarillas: cuidado de la piel en la montaña

El El cuidado de la piel debe adaptarse, empezando por la limpieza. En estos casos, de hecho, se recomiendan los limpiadores cremosos o mantecosos: su formulación no solo limpia sino que sobre todo nutre. Para empezar a restaurar el correcto equilibrio epidérmico sin atacar la película hidrolipídica.

Cambia también la nata, que debe quedar más rica. Con ingredientes nutritivos como manteca de karité y aceite de jojoba. Pero también con ácido hialurónico y cerámicas que optimizan el nivel de agua en la piel pero la hacen más elástica. El paso fundamental es la aplicación de una mascarilla reestructurante, a aplicar por la noche.

Piel en la montaña: siempre con SPF

Comencemos con dos cifras. La intensidad de los rayos del sol aumenta un 12% cada 1000 metros mientras que la nieve refleja un 80% más de rayos UV que un 25% en la arena.

Otra característica es la acción de los rayos UVA: estos son los responsables del daño epidérmico porque provocan el fotoenvejecimiento y la aparición de manchas en la piel. Su acción, ya presente durante todo el año, aumenta con la altitud y con el reflejo en la nieve.

La aplicación de protectores solares adecuados, con SPF 50 o superior, es por lo tanto fundamental, no solo en todo el rostro sino también en los labios, que son propensos a enrojecerse y agrietarse.

Agua, imprescindible para la piel de la montaña

La hidratación del cuerpo proviene del agua. En la montaña solemos beber menos, pero cometiendo un error.

La hidratación, de hecho, debe pasar no solo desde el exterior con los cosméticos adecuados, sino también desde el interior con una dieta rica en líquidos que incluya infusiones e infusiones, vasos de agua, sopas y verduras, y vitaminas, en particular las C que ayuda a mantener la epidermis no sólo luminosa sino sobre todo elástica, para frenar la rotura de las paredes capilares.

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