Hambre emocional, qué es, por qué ocurre y cómo controlarla - Mujer iO

A todos nos ha pasado, ciertamente a muchos: en un momento de gran estrés, nos consolamos con comida. Ya sea chocolate, helado o papas fritas, en estos casos es necesario aliviar la tensión y para muchos esta es la forma más efectiva e inmediata. Excepto entonces arrepentirse, si no avergonzarse, de lo que se ha hecho. Es el hambre emocional, no una verdadera necesidad de apetito, sino un sentimiento activado de emociones, generalmente negativas, que llevan a comer vorazmente.

Hambre emocional, ¿qué es?

«Así que no es una necesidad física sino emocional, urgente y repentina, técnicamente llamada llanto.El hambre emocional se activa por emociones, generalmente perturbadoras, que conducen a la búsqueda e ingestión de "comida reconfortante" , de forma mal controlada. Es la solución eficaz y rápida para sofocar las molestias experimentadas. De hecho, no está relacionado con el clásico "vacío en el estómago" que uno siente cuando tiene hambre físicamente», explica la Dra. Michela Francia, psicoterapeuta, jefa del Servicio de Psicología Hospitalaria del Hospital Municipal de Lecce.

A nivel físico, el hambre emocional está de hecho regulada por circuitos hedónicos que son «los centros de placer que también regulan la ingesta de alimentos. De ahí viene el estímulo para la ingesta de alimentos gratificantes como los dulces y el chocolate, que contienen feniletilamina, sustancia que actúa sobre estos circuitos particulares. Y aquí es donde surge el llamado hambre emocional: no comemos por la necesidad de tomar nutrientes, sino que nos mueven los mecanismos del placer» especifica el Dr. Antonio Caretto, especialista en Endocrinología y Nutrición Clínica en Città di Lecce Hospital.

Un mecanismo diferente al hambre físico: activado por los circuitos hipotalámicos, es el llamado "hambre de supervivencia" inducido por la necesidad real del cuerpo de introducir alimentos para sobrevivir. Además, si bien el hambre física se puede posponer, el hambre emocional no, porque se basa en una necesidad emocional apremiante cuando estás molesto.

En la base del hambre emocional, las causas

Pero, ¿qué causa el hambre emocional? Físicamente, el apetito y el estado de ánimo están vinculados por el mismo neutrotransmisor, la serotonina. Sus bajos niveles determinan un desvío del tono humoral. Entonces se puede decir que lo que comes o no comes influye en tu estado de ánimo y emociones. Detrás del hambre emocional, sin embargo, el asunto es aún más complejo.

En primer lugar, esto sucede en periodos extremos, o de alto estrés o viceversa de relajación. En el caso de las mujeres, incluso en el período premenstrual cuando por cambios hormonales se come, en un período muy limitado, de manera desordenada”, explica la Dra. Francia.

El problema, sin embargo, es cuando este comportamiento se convierte en una rutina: «De hecho, cuando se activan emociones muy intensas que no puedes gestionar de forma independiente, buscas ayuda inmediata que pueda calmar esos estados emocionales perturbadores. Y la comida es una de estas, muy aprovechable en la sociedad occidental y acompañada también del alcohol, las drogas, el cigarrillo. Es decir, todo lo que puede llevar a la adicción y que de hecho no soluciona los problemas y dificultades que han producido las emociones perturbadoras, creando así consecuencias más graves» continúa el Dr. Francia.

Snacks, papas fritas y dulces entre los alimentos favoritos del hambre emocional

¿Los alimentos más buscados en estos casos? Todo ello "listo para usar" como snacks, patatas fritas, dulces, embutidos y helados y la razón es muy sencilla: en estos momentos buscamos alimentos que satisfagan estimulando la producción de serotonina, el neurotransmisor del bien humor.

Pero el verdadero problema viene después. No solo porque la frustración y el sentimiento de culpa se apoderan de nosotros, sino porque tendemos a caer nuevamente en este círculo vicioso, además de que el consumo abundante de comida "chatarra" provoca consecuencias físicas como enfermedades metabólicas y sobrepeso.

«De hecho, la fisiología de nuestra ingesta nutricional es muy compleja y requiere que, después de comer, se activen señales, incluidas las del estómago y los intestinos dirigidas a los centros reguladores del hambre ubicados en el cerebro. Estos en respuesta perciben la saciedad y por lo tanto determinan la conclusión de la ingesta de alimentos. En el hambre emocional, en cambio, estos mecanismos no se dan precisamente porque se activan los centros de placer que rigen este tipo de sensaciones» explica el Dr. Carretto.

¿Cómo controlarlo?

«El hambre emocional se controla en primer lugar tratando de comprender cuáles fueron las causas desencadenantes, aprendiendo a observarse y escucharse a sí mismo, preguntándose qué emociones sentía antes de sentir "hambre" y después de comer alimentos sin control.Además, también es fundamental aceptar que las emociones no son "peligrosas" sino que ayudan a comprenderse mejor, por ejemplo con la ayuda de ejercicios de respiración o relajación, devolviéndolas a un espacio "más tolerable" . Finalmente aprender a encontrar estrategias alternativas: por ejemplo, alejarse de los lugares donde la comida es más accesible y realizar una actividad placentera y relajante. Una estrategia "preventiva" es evitar tener alimentos "consoladores" en la despensa. Si estos intentos de modificar emociones, pensamientos y conductas de forma más adaptativa fracasan, es importante buscar la ayuda de un psicoterapeuta especialista» explica la Dra. Francia.

En los casos más graves, cuando la obesidad toma el control, también es posible intervenir con medicamentos que actúan sobre los "centros del hambre y la saciedad" : bajo estricto control médico, se pueden implementar estrategias de regulación con medicamentos que actúan al inhibir el hambre e inducir la saciedad temprana, concluye el Dr. Caretto.

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