Silencio pasivo-agresivo: por qué se produce y cómo salir de él

El colega que finge no escuchar cuando le piden un favor, el esposo que cierra durante una discusión al no volver a hablar aunque sea por varios días. El silencio puede convertirse en un arma para algunas personas, especialmente para las pasivas-agresivas. Detrás de esta actitud existen diversas causas como la f alta de autoestima o la incapacidad para crear relaciones sanas, que sin embargo acarrean consecuencias frustrantes en la otra persona: «En este caso, el silencio se convierte en una modalidad agresiva y manipuladora que sitúa a la desfavorecido, haciéndolo sentir frustrado, desapercibido, no reconocido en sus necesidades o generando en él un sentimiento de culpa» explica Valeria Fiorenza Perris, psicoterapeuta y Supervisora Clínica de Unobravo.

Comportamiento pasivo-agresivo, qué hay detrás del silencio

Hay silencio y silencio. De hecho, también puede ser "bueno" , cuando quieres tomarte un tiempo para ti en una discusión «en este caso puede ser una forma de defenderte cuando la conversación está tomando un giro difícil de manejar. Pero también es una forma útil de tomarse un tiempo y escapar de una discusión antes de que degenere», explica el experto.

En otros, sin embargo, el silencio se vuelve ensordecedor y sobre todo un arma en manos de uno contra el otro. “En estos casos, quienes deciden interrumpir la comunicación están utilizando el silencio como una forma de obtener una ventaja al desencadenar una dinámica de poder en la relación”, explica el Dr. Perris. El silencio se convierte así en una forma no sólo de dilatar el tiempo ignorando al otro, sino también de crear situaciones de estancamiento en las que ambos se ven envueltos sin que por ello se llegue a una solución.Pero, ¿por qué sucede esto?

Detrás del silencio pasivo-agresivo, la inadecuación y la inseguridad

En el origen de esta actitud hay muchas inseguridades por parte de quienes la llevan adelante como f alta de autoestima, incapacidad para crear relaciones sanas pero también poca familiaridad en el estar con los demás y en sociedad. Estos factores generan por tanto una gran inseguridad y ante un “no” no se sabe cómo reaccionar. Y por eso nos cerramos en el silencio: «El silencio puede servir para obligar al otro a ver nuestro sufrimiento, para inducirlo a cambiar de comportamiento o de punto de vista, para generar en él sentimientos de culpa, para empujarlo a sentirse culpable y por lo tanto, poner nuestras necesidades primero. En este sentido, puede representar una forma de castigar al otro o tomar la forma de una dinámica manipuladora" .

Actitudes no solo como el silencio, sino también desaparecer, no contestar más el teléfono, no prestar atención al otro, todas son pasivo-agresivas y propias de quien no sabe relacionarse con los demás y quiere para res altar su condición de víctima en una determinada circunstancia.En estas situaciones, por tanto, f altan actitudes de autocrítica, de flexibilidad pero también de empatía que ayuden a relacionarse con los demás.

Cómo se siente alguien que sufre el silencio del pasivo-agresivo

El pasivo-agresivo por lo tanto piensa solo en su propio dolor y sensación de inadecuación, nunca piensa que él mismo puede ser la causa de más molestias: «Quienes sufren interrupciones en la comunicación pueden sentirse enojados, confundidos las razones que dieron dar lugar a esta reacción. Puede sentirse obligado a revisar sus posiciones para restablecer la conexión emocional con el otro y salir de una situación que le genera ansiedad, soledad y una sensación de inadecuación”.

Liberar una situación de silencio pasivo-agresivo

¿Cómo debe comportarse alguien que sufre este tipo de actitud? Generalmente, ante el silencio, se tiende a restablecer el diálogo, preguntando qué pasó o el motivo de la reacción: "Sin embargo, al hacerlo uno cae exactamente en la dinámica de poder deseada por el otro, uno le pregunta qué le pasa, qué hicimos mal, ¿cómo podemos arreglarlo?En algunos casos puede suceder que el silencio vaya más allá incluso de las excusas, cesando solo cuando el usuario siente angustia y desorientación en el otro”.

¿Cómo comportarse entonces? «Sería útil, por tanto, tomarse un tiempo frente al silencio manteniendo un desapego que sea una señal clara de que esta modalidad no conducirá al efecto deseado», explica el experto.

También es importante entender que este tipo de actitud no es tanto un ataque personal como la manifestación del problema de la otra persona. Por eso, como aconseja el Dr. Perris, no es recomendable insistir o “lidiar de frente” con la situación, sino hablar de ella una vez transcurrido un tiempo. Y, si la actitud continúa, también recomendamos consultar a un experto.

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