Scaparro, carta a los padres: "Mostramos a nuestros hijos cómo afrontar las dificultades"

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Salud y Psicología

Las palabras pueden curar. Sobre todo si alguien con la experiencia adecuada en el momento adecuado te lo dice, o lo escribe como en este caso.

Los padres suelen recordar a sus hijos: "Hay que escuchar lo que digo porque tengo más experiencia", pero a menudo, como sucede hoy durante la emergencia del Coronavirus, incluso los padres pueden quedarse sin palabras. Asustada, ansiosa por el futuro de la familia, por el trabajo que está temblando, por un mañana que ya no se puede imaginar. Por eso le pedimos al profesor Fulvio Scaparro, un conocido psicólogo que ya era profesor en la Universidad de Milán y fundador de la Asociación GeA-Genitori Ancora, permiso para publicar en iODonna la carta que está enviando actualmente a los mediadores familiares de la asociación, que lleva 33 años trabajando para acompañar a las familias durante la fase de separación y divorcio.

Con la esperanza, de hecho la certeza, de que su estímulo para ser un buen ejemplo para nuestros hijos esta vez ayudará a muchos, mostrándoles cómo reaccionar ante la adversidad. Incluso en situaciones de fragilidad e incertidumbre.

Aquí está la carta, que hemos dividido en capítulos para facilitar la lectura:

Queridos padres,

a título personal y en nombre del Presidente de GeA Parents Ancòra Chiara Vendramini, la vicepresidenta de MEDEFitalia Gisella Pricoco y todos los compañeros y compañeras de las dos Asociaciones, quisiera expresar nuestra cercanía a aquellos de ustedes que sufren directa o indirectamente las consecuencias de Pandemia de COVID-19 que ha afectado a nuestro país y más allá.

Respetamos las reglas

Saldremos de eso pero ahora mismo se necesita un compromiso común y solidario de todos en casa, en el trabajo, en la comunidad en la que vivimos. Y el primer deber es seguir las duras reglas que la ciencia y las autoridades nos han invitado a seguir con el máximo sentido de responsabilidad.

La metáfora del salmón

Si puede servir como ánimo, Les recuerdo a aquellos de ustedes que han leído nuestro libro “Pacificar las relaciones familiares” que imaginé al salmón como el animal totémico de un mediador. Es el animal que, a través de esfuerzos y peligros inauditos, remonta el río contracorriente para realizar la tarea que la naturaleza le ha encomendado: ser fértil. Lo que el salmón hace por naturaleza, el buen mediador lo hace por cultivo.

Frente a la adversidad

Por metáfora, cuando estamos en tiempos de crisis severa, debemos apelar a todas nuestras fuerzas para lograr los objetivos que la naturaleza y la cultura nos han indicado: no solo sobrevivir sino convivir y, siempre juntos, superar la adversidad que la vida no nos perdona.

La alianza de los padres

Un buen mediador conoce la importancia de las paradojas, porque en el momento en que se encuentra padres y madres en guerra unos con otros, contra toda evidencia los imagina, al final de la mediación, ya no enemigos sino aliados en el compromiso parental común que durará toda la vida. Separados juntos: un hermoso oxímoron, una hermosa paradoja, difícil de lograr, pero a veces lo hemos logrado.

Mantenemos el sentido de continuidad

Ciertas sugerencias solicitadas por padres ansiosos por el presente y el futuro de sus hijos, en estos días oscuros nos parecen útil para todos, adultos y niños. En tiempos de crisis graves, los niños, pero también los adultos, necesitan el aire como manteniendo la continuidad de existencia. En el volumen citado anteriormente escribimos: “Si se quiere evitar que los problemas empeoren, es necesario, en la medida de lo posible, evitar que el sentido de continuidad de la existencia en los niños se vea amenazado, quitándoles vitalidad y defensas. Todos sabemos lo malo que es esto amenaza: lo hemos vivido de primera mano o lo hemos visto en nuestra actividad profesional, como médicos y voluntarios en hospitales, como trabajadores sociales, o como psicólogos que se ocupan de la protección de los niños en situaciones de emergencia, ya sean desastres naturales o guerras, incluidas las domésticas. . Si el entorno de vida del niño no puede proteger ni su supervivencia física ni su vitalidad psicológica y fertilidad, se debe hacer todo lo posible en primer lugar para intervenir en ese entorno para activar cualquier recurso, de modo que el niño pueda continuar viviendo donde más le conviene. las relaciones importantes son ".

El buen ejemplo, otra vez

Por tanto, es hora, encerrados en la casa como estamos, de demuéstrales a nuestros hijos y a los miembros más débiles de nuestra familia por edad o condiciones de salud, como reaccionas ante la adversidad, cómo están contenidos y la angustia se lucha y los miedos provocados por un enemigo invisible como el virus. Tan lejos como sea posible seguimos trabajando y estudiando, descubrimos el placer de las actividades comunes, hablamos más entre nosotros, intercambiamos palabras de esperanza, y sobre todo mantenemos los ritmos y yo rituales que marcaron nuestra vida en casa antes de la pandemia. Si todos hacemos lo que debemos, en algún tiempo, volveremos a vivir y expresar al aire libre la naturaleza alegre y vivaz -quizá demasiado- que suele caracterizar a nuestro país.

El recuerdo de las vivencias

Una última recomendación: no nos olvidamos esta dolorosa experiencia como la hemos vivido en el último siglo con todas las duras adversidades que nos han golpeado: epidemias, guerras, persecuciones, desastres naturales, terrorismo. No es un buen método, como también se desprende de nuestra experiencia como mediadores familiares. Estar preparado para lo impredecible (otra paradoja) debemos guardar el recuerdo de nuestras experiencias y de quienes nos precedieron. "Los que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo" (George Santayana).

Ahora y siempre, resiliencia

El mensaje que intentamos transmitir a nuestros padres en la mediación es el mismo que debemos compartir entre nosotros: a pesar de todo lo lograremos. Nada mágico o tontamente reconfortante. Sea cual sea el pasado, el presente, no tenemos mejor opción que trabajar hoy por un futuro mejor. Se llama resiliencia: la voluntad de levantarse después de cada caída. Ayudémonos unos a otros a recuperarnos porque la experiencia humana ha demostrado que se está preparando un futuro mejor precisamente en el camino transformamos cada crisis en una oportunidad.

Fulvio Scaparro

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