El aumento de la temperatura suele ser inversamente proporcional a las ganas de vestir bien y con elegancia. Pero hay una solución: vestidos de verano. Sencillas, cómodas y sobre todo frescas, resuelven el inevitable dilema matutino frente al espejo, demostrando ser aliadas de confianza para los días en los que la columna de mercurio no quiere bajar de los 30 grados. Así es como se combina calor y estilo.
Ropa de algodón, lino y seda
Aún antes que su forma y largo, es el tejido el que marca la diferencia en la resistencia al calor de un vestido. Para mantenerte fresco y seco, apuesta por el algodón, transpirable y ligero, más aún en la versión con bordado inglés; el lino, el tejido de verano por excelencia, que mantiene un cierto encanto de refinamiento incluso en el calor más agobiante; y la seda, siempre fresca, un placer sentirla sobre la piel.
Para definirte fresca, un vestido no necesariamente tiene que caracterizarse por un dobladillo diminuto, una espalda abierta y tirantes finos. Muy a menudo, en efecto, para no sufrir el calor, el secreto es taparse, no destaparse. Escondidos bajo faldas de raso y viscosa, las piernas estarán resguardadas del calor, mientras que hombros y brazos, también bajo una ligera capa de tejido, estarán menos expuestos a los rayos solares.
Todos los tonos de vestidos de verano
A la hora de elegir colores estratégicos contra el calor, solo hay una regla estricta: evitar el negro. Por lo demás, puedes optar por tonalidades claras y delicadas como el blanco, el beige y el marfil, o dejarte tentar por colores vivos e incluso fluorescentes. Imposible entonces renunciar a estampados y patrones igualmente vivos, poblados de flores, rayas, lunares, cuadros vichy, que iluminan y animan incluso las líneas de ropa más mínimas.
Para res altar aún más los escotes importantes, los detalles recortados y cada centímetro de piel expuesta, el secreto es conocido: un velo de bronceado le dará al look final un aspecto completamente diferente.
Cómo combinar la ropa de verano
No queda más que la vergüenza de elegir las combinaciones perfectas para los vestidos de verano. Dependiendo del largo del vestido, y de la ocasión en la que se vaya a llevar, se puede optar por las clásicas sandalias planas o de tacón, las elegantes chanclas, los zuecos de tendencia, e incluso las deportivas blancas, para las que no quieren. renunciar a la comodidad.
Un contexto formal como el de la oficina y las últimas reuniones en la ciudad no puede prescindir de los zapatos destalonados de temporada o de las merceditas de charol, para darle un giro inesperado al look. Para las tardes junto al mar: sandalias de piel para caminar desde el puerto hasta el restaurante.
Solo queda probar en tu propia piel la eficacia, la elegancia y la frescura de los vestidos de verano más bonitos de la temporada.