Como es tradición, los primeros días de enero nos llevan a afrontar la inevitable lista de buenos propósitos para el nuevo año. Ya sea querer cambiar tu estilo de vida, centrarte en una dieta más saludable y dedicar tiempo a hacer algo de actividad física, o querer mejorar en el trabajo, los buenos propósitos no son otros que esos pequeños o grandes objetivos que todos queremos alcanzar.
Tener metas es esencial desde la infancia, incluso para conocerse mejor a uno mismo. Sin embargo, es fundamental saber identificarlos y procesarlos correctamente, también para evitar el riesgo de que se conviertan en motivo de ansiedad y estrés. ¿Cómo hacer? Estos son los consejos de los expertos de Guidapsicologi.it.
Buenas resoluciones: ¿por qué es necesario tener metas?
Lo primero que vale la pena reflexionar es que tener metas es fundamental en la vida, porque es el motor que te permite llevar a cabo tus proyectos y realizar tus metas personales.
«Las metas son fundamentales para alcanzar nuestras metas y, de alguna manera, son las que hacen que el cambio se produzca en la dirección deseada - explican los psicólogos - Son el 'paso a paso', lo que nos permite ir de A a B. Además, las metas nos permiten medir, monitorear, conocer nuestro progreso y saber por un lado en qué debemos mejorar y, por otro, en qué somos buenos y en qué debemos mejorar.Nos permiten conocernos mejor y favorecen nuestro desarrollo, contribuyendo así a nuestro crecimiento personal”.
Buenos propósitos y objetivos: también los hay que prefieren abstenerse
Sin embargo, también hay quienes se burlan de la idea de elaborar una lista de buenas intenciones o, en todo caso, de definir sus propios objetivos, poniéndolos "en blanco y negro" y planificando estrategias para conseguirlos, prefiriendo, por el contrario, dejarse llevar, 'fluir'.
«Son aquellos que afirman no preocuparse tanto por el futuro sino concentrarse en el presente para vivirlo plenamente - explican los expertos de Guidapiscologists.it - Sin embargo, las metas también son necesarias para fluir, incluso si son metas pequeñas, pocas o de muy corto plazo. Por ejemplo: una persona que no sabe a qué se quiere dedicar (no sabe su propósito), se dejará llevar, y en su fluir, decide estudiar psicología porque le gusta, pero no porque haya ganas. dedicarse a esta disciplina de manera sistemática y con fines específicos.Se deja llevar por el presente y fluye con él. Sin embargo, en realidad ya tiene un objetivo, que es "estudiar psicología" . De cierta forma, cuando fluimos, nosotros mismos marcamos ese fluir con pequeñas metas tomadas inconscientemente”.
En qué momento de la vida tener metas se vuelve fundamental
Las Metas, sin embargo, han sido fundamentales desde que éramos niños. Lo que cambia a lo largo de la vida es definitivamente el tipo de metas que te fijas y la forma en que las estableces y te enfocas en ellas.
«En la adolescencia empezamos a tener sueños y metas más tangibles, por lo que nuestras metas también se vuelven un poco más elaboradas. – explican los expertos – También hay que subrayar que es un periodo en el que los objetivos son generalmente menos personales. No están ligados a la motivación intrínseca de quererse a uno mismo, sino a la extrínseca de gustar a los demás. Es en nuestra juventud cuando aumenta nuestra preocupación por el futuro, haciéndonos más conscientes de la importancia de perseguir metas que nos permitan orientar nuestro camino hacia lo que realmente queremos.Aquí es cuando empezamos a establecer objetivos más elaborados, conocidos como 'objetivos de vida'" .
Buenas intenciones y objetivos a alcanzar: ¿pueden tener aspectos negativos?
Identificar buenos propósitos para el nuevo año, por lo tanto, puede ser una práctica positiva, si se entiende como la posibilidad de enfocarse en las propias metas para perseguir un sueño, un proyecto o en todo caso una meta que uno quiere lograr. Sin embargo, tenga cuidado de no caer en la trampa de las metas que corren el riesgo de convertirse en una fuente de frustración, estrés o incluso ansiedad.
«Esto podría suceder, por ejemplo, en el caso de que se establezca una meta poco realista - concluyen los expertos de Guidapsicologi.it - Al no alcanzar la meta propuesta, se puede generar un sentimiento de fracaso personal, una estado de frustración que puede llevar a la persona a autocastigarse a través de su propio diálogo interno, culpándose por no esforzarse lo suficiente, o sintiéndose humillada por no poseer las habilidades necesarias para lograr el objetivo.Estas dinámicas también pueden provocar una caída de la autoestima lo que dificulta la toma de decisiones. Otro ejemplo de meta equivocada y mal planteada es cuando su consecución no depende tanto del sujeto sino de elementos externos. El sujeto en cuestión, que repetidamente se encuentra sin alcanzar su objetivo, puede acabar desarrollando una indefensión aprendida”.
Entonces, ¿qué hacer para que las buenas intenciones se conviertan realmente en objetivos concretos a alcanzar? En la galería, los consejos y estrategias brindados por los expertos.