Gato: su ADN es salvaje, por eso es impredecible

Animales

Que el gato sea un animal único no sorprende a nadie. En un momento lo acarician, ronronea y se frota los pies y al momento siguiente se rasca y muerde. Pero este comportamiento independiente y esquivo de ellos es, sin embargo, a menudo incomprensible. Sin embargo, tiene razones precisas en su ADN.

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Una relación compleja

Un estudio publicado en Ecología y evolución de la naturaleza sugirió que el gato, aunque ha vivido junto a los humanos durante miles de años,antes de entablar una relación con él Hizo pasar mucho más tiempo que el perro.

Y más que cualquier otra cosa, los gatos no se vieron muy afectados por nuestra proximidad.. El descubrimiento resultante del análisis de ADN de especímenes que vivieron hasta 9.000 años es que en comparación con los gatos salvajes, casi no hay cambios.

Nadie decide por ellos

La explicación de todo esto es que los gatos no fueron seleccionados, como el perro, para realizar tareas específicas, por tanto, no era necesario modificarlos. Hicieron su trabajo a la perfección, liberándonos de los roedores. Y fueron ellos quienes decidieron dejarse domesticar acercándose a nosotros.

Sigue siendo el mismo que el salvaje

Pero siendo desde el punto de vista del ADN tan genéticamente idénticos a sus antepasados, su carácter tampoco debe haber cambiado mucho. Y esto debemos tenerlo muy en cuenta cuando iniciamos una convivencia y tenemos que ver con ellos o cuando nos preguntamos el motivo de su comportamiento.

Frente a esta revelación, De hecho, se vuelve menos difícil entender por qué a menudo, cuando los levantamos o los abrazamos, muestran su total disgusto.

Leemos las señales

Para mejorar nuestra relación con ellos es mejor proceder siempre paso a paso monitoreando cuidadosamente su reacción y leyendo sus señales. Digamos que el primer paso es hacerlo decidir todo: cuándo quiere que lo toquen, dónde y durante cuánto tiempo. No insista, no lo coja de repente, sea delicado.

Si algo va mal, lo notará de inmediato: alejará la cabeza o dejará de ronronear. Olvida si te estás lamiendo la nariz o moviendo la cabeza. Y si la espalda se hunde, la situación se vuelve insoportable. Será mejor que te vayas.

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necesito mi espacio

En conclusión con el gato siempre se aplica una regla (y no se puede derogar): respetar su espacio. Solo así será posible tener una relación estable y duradera.

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