Hola Ester, mi nombre es Giovanni y tengo 38 años, últimamente estoy sufriendo mucho por algo que no sé cómo solucionar. Estuve comprometido con una chica durante 4 años que me amaba pero nunca he podido corresponder, y al mismo tiempo siempre he tratado de hacerlo. Racionalmente es la chica adecuada para mí, pero el corazón no responde. Resumiendo y simplificando todo, esta es la situación:
COSAS POSITIVAS:
– Soy yo mismo con ella
– somos dos personas sencillas y nos parecemos en la búsqueda de la simplicidad
– nos gusta o no nos gusta hacer las mismas cosas
– es una buena chica, fiel y seria
– se preocupa mucho por mí
– amarramos
– logró convertirse en mi punto de referencia
– sin ella me sentía perdido y solo
– las peleas no duraron mucho
– la idea de la vida cotidiana era similar
– una chica de familia
– Desconfío de la gente y ella logró romper esta barrera incluso después de un tiempo
– ella siempre ha sido ella misma, con sus fortalezas y debilidades de carácter
– con el tiempo le gané el respeto
– cuando supe que su corazón ya no era para mí, me dolió por dentro
– Haría cualquier cosa por probar esas cosas que enumeré en las “cosas negativas” y llevarlas a las “cosas positivas” porque estoy convencido de que si pudiera probar al menos una de estas cosas, todas las demás habría aparecido como resultado
COSAS NEGATIVAS:
– No la veo tan hermosa
– No siento atracción física
– No siento emociones (incluso pequeñas)
– No tengo sentimientos
– No me siento satisfecho
– Me siento infeliz
– directa o indirectamente, nunca hizo nada para que al menos una de estas cosas enumeradas pudiera desbloquearse dentro de mí.
Ahora me pregunto, como puedo hacer para tener sentimientos por esta persona, que racionalmente es la persona indicada para mi, somos parecidos, somos personas sencillas y me enoja saber que no puedo ser feliz con ella Se me vuelve a presentar una gran oportunidad y huyo, pero no de ella o porque no quiero asumir la responsabilidad, huyo de que no quiero ser infeliz pero con ella, si la amaba, no sería una vida infeliz. Lo que daría por despertarme mañana y sentir amor o la más mínima emoción real, correría a recuperarlo de inmediato.Todo esto me hace sentir muy mal, ansiedad y angustia diaria.
Espero que me puedan ayudar, gracias de antemano por su respuesta.
Saludos, G.
Respuesta de Ester Viola
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Ester Púrpura
Estimado G.,
Agradezco la valentía de la lista de la compra. También agradezco cuando me escribes, en la hoja de cosas negativas, eso aterrador: no lo veo tan bonito. Mucha gente por kilo, gente juzgada como juzgada por el pescadero. Lo entiendo muy bien, se llama ausencia de hipocresía. Está bien. La verdad, al menos contigo mismo.
En resumen: este no lo quieres y tienes la angustia de no quererlo, porque lamentablemente es feo pero es -sería- el bueno para ti.
Desde la cruz que te ha podido poner, esta chica es la buena para cualquiera, dada su capacidad de no ser querida, y querida, y de torturar hasta a quien le importa un carajo sobre ella y no verla como nada especial.
El autodiagnóstico es correcto. Lo que no entra en tu cabeza, y mucho menos en tu corazón. ¿Qué debemos hacer?
¿Cómo lo hacen los demás? Es una buena pregunta. Cuanto más excelente sea la pregunta, mayores serán las posibilidades de encontrar las respuestas. Más o menos como la verdad, te tropiezas con él, crees que lo has encontrado, luego vas a buscar mejor y son dos, tres.
Mientras tanto, para facilitar nuestro análisis, al menos dividamos el mundo en dos
A) los felices, sin condiciones. Acaban de encontrar al compañero de cuarto adecuado. Las parejas ideales.
B) Los que están satisfechos, maestros de la autopersuasión.
Comencemos con las parejas menos interesantes y felices. Tengo una pregunta para ti: ¿los has visto alguna vez? Aparte de Instagram, quiero decir. Los felices son el gran misterio de las ciencias sociales. ¿Pretenden? ¿Hablan en serio?
¿Cómo encuentras el adecuado para nosotros?
Ser paciente no es garantía de entrega. Algo puede o no venir. No mata pero tampoco fortalece.
Tal vez llega Godot y ni siquiera te gusta.
¿Cómo debemos afrontar este asunto del gran amor, plan A., G.?
Quiero decir, la literatura se esfuerza por hacernos entender. Lila y Lenù, Anna y Kitty. Millones de historias que te cuentan que el amor existe por reflejo.
Al igual que la escarlatina, hay que atravesarla.
La disposición útil para preferir la paz al romance depende de cuánto haya arraigado en tu vida la idea de que el amor o te envía al último piso para tocar el cielo o no.
Tolstoj (Anna Karenina) escribió que los matrimonios felices existen solo para la reflexión, pero “son algo que puedes hacer cuando ya te has vuelto loco. Es como la escarlatina, tienes que pasar por ella.”
Ya hemos dicho que algunos son espíritus tan rápidos, tan prácticos, que hasta se s altan enfermarse: para saber que la escarlatina es mala, ¿tengo que tomarla?
A continuación encontrarás los pensamientos que a los veinte años habrías jurado como tablas de la ley y hacia los cuarenta se revela la mayor tontería del contrabando sentimental.
1) Afinidades electivas
La leyenda dice que las almas similares hacen bien en atraer y permanecer cerca.
Si nos gustan los mismos libros, las mismas series de televisión, despreciamos a las mismas personas, votamos igual, damos me gusta a las mismas publicaciones, tenemos una buena oportunidad.
El problema de creer en las afinidades electivas es que te obligan a hacer una suposición teórica desafiante: que la humanidad es una cosa completamente ordenada y que quien engaña, engaña por una razón específica: las insuficiencias del otro..
Te darás cuenta de que la pregunta natural no es "¿qué tienen estos dos en común?" , sino "¿pero qué hacen estos dos juntos?" . La respuesta es un gran boh, ni siquiera lo saben.
El amor es el milagro que llena la ausencia de respuestas a la pregunta "¿por qué persistir?" .
2) Algunos se quedan en pareja porque están satisfechos
Las ideas también se van aclarando en este punto. Con la edad adulta descubres que "Ser muy feliz" y "estar satisfecho" son dos países en los que no vive nadie. El hormiguero del medio es lo que llamamos amor.