Niños y adolescentes con insomnio: por qué ocurre y qué hacer

Los niños y adolescentes no duermen. Ya no es una sospecha o la impresión de algún padre aprensivo como un hecho también demostrado por dos estudios recientes. El primero, realizado por el Institut National du Sommeil et de la Vigilance (INSV), instituto que se ocupa del bienestar del sueño de los franceses desde 1901; el segundo, realizado en España por el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares de España (CNIC) en Madrid, se centró en cambio en los adolescentes, destacando también en este caso sus trastornos del descanso, que son la base de graves problemas como la obesidad y las adicciones.

Niños y adolescentes insomnes: los datos en la mano

Los resultados de ambos estudios no son muy reconfortantes, especialmente para los padres. De hecho, los niños y adolescentes con insomnio van en aumento. El estudio francés informa que alrededor del 76% de los niños de entre 6 meses y 3 años no duermen lo suficiente, menos de las 11 horas necesarias en este grupo de edad; la española en cambio reportó datos aún más alarmantes porque solo el 34% de los niños que participaron en la investigación, un total de 1229 adolescentes de 12,14,16 años, duermen al menos 8 horas por noche, porcentaje que disminuye a medida que los adolescentes crecen, alcanzando el 23% para los de 14 años y el 19% para los de 16.

Pero el estudio español fue más allá: el 21% de los niños de 12 años que duermen poco corren el riesgo de sufrir obesidad y sobrepeso, porcentaje que llega hasta el 72% en los de 14 años. Pero, ¿por qué sucede esto?

Insomnio juvenil, las causas en los niños y cómo afrontar el problema

«El insomnio en niños y adolescentes está más extendido de lo que crees; en Italia la prevalencia se estima entre un 20% y un 30% y la reciente pandemia, como en los adultos, ha contribuido a amplificar el problema» explica el Prof. Fabio Cirignotta, Neurólogo a cargo de la Clínica del Sueño de la Clínica Privada Villalba en Bolonia.

¿Pero cuál es la causa del insomnio? «En los niños, el insomnio está muy a menudo ligado a conductas incorrectas como acostumbrar al niño a quedarse dormido estrechando la mano de los padres o un objeto "tranquilizador" como un juguete. Al hacerlo, le resultará difícil conciliar el sueño sin la presencia de sus padres o del juguete y, si se despierta por la noche y se encuentra solo, no podrá volver a conciliar el sueño hasta que los padres vengan corriendo», explica el experto. Otra mala costumbre es hacer que el niño se acueste a la hora que él decida, muchas veces muy variable.

¿Cómo comportarse entonces? «Por lo general, es aconsejable enviar al niño a la cama a horas lo más regulares posible y acostumbrarlo a dormirse sin la presencia de los padres o el objeto "tranquilizador" », explica el prof. Cirignotta.

Privación del sueño en adolescentes

La situación de los adolescentes es más compleja, para quienes las causas pueden ser problemas personales, familiares o escolares, o la privación consciente y voluntaria del sueño.

«Muchos niños se acostumbran a quedarse dormidos tarde en la noche porque usan internet, videojuegos, redes sociales, retrasando así la hora de conciliar el sueño. Así que cuando se despiertan para ir a la escuela por la mañana, tienen f alta de sueño, ya que han dormido mucho menos de lo necesario (a su edad, unas nueve horas), tienen sueño y hacen menos en la escuela»

Las consecuencias de la privación del sueño: aumento de casos de obesidad y sobrepeso

Pero el insomnio no es solo la privación real del sueño. De hecho, detrás del fenómeno hay muchas consecuencias, incluido un aumento del sobrepeso y la obesidad: aparentemente en dos niveles diferentes, en realidad, el sueño y la nutrición están conectados. Dejando de lado los malos hábitos alimenticios, la f alta de un descanso adecuado de hecho aumenta la producción de gérmenes, la hormona que promueve el apetito, disminuyendo la de la leptina, esencial para la sensación de saciedad.

Este desequilibrio provoca un continuo apetito en la persona, además de la alteración del eje hipotálamo-pituitario-suprarrenal que también tiene como consecuencia la manifestación de resistencia a la insulina que, además de promover la obesidad, también conduce a diabetes.

Más desarrollo hacia las adicciones

Pero estas no son las únicas consecuencias: «Últimamente se ha relacionado el insomnio con el problema de la adicción: quienes tienden a dormir poco y mal tienen una mayor facilidad para desarrollar adicción al uso de drogas, alcohol, drogas» .

¿Y por qué sucede esto? «Entre los posibles motivos, se ha planteado la hipótesis de que la privación del sueño provoca un aumento de la orexina, una hormona que favorece la vigilia pero también reduce las capacidades de autocontrol. En la práctica, debilita la capacidad del sujeto que ya abusa de las drogas, las drogas o el alcohol para salir de ese estado» concluye el experto.

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