«Si tú fueras por un día en la vida de alguien que está verdaderamente solo, sin tener a quién llamar en un momento de dificultad, tal vez tú también sentirías una punzada en el estómago debido a la soledad. La soledad verdadera y no deseada existe. Me cuesta entender quién sugiere las redes sociales como una forma posible de sentirse menos solo" .
Este es solo uno de los más de 20.000 mensajes que he recibido en tres años en el foro Corriere della Sera dedicado a los solteros. Hablo de los últimos tres años porque corresponden al período de la pandemia, pero la columna existe desde 2011.No todas las publicaciones son sobre la soledad, pero todas nacen del deseo de sentirse menos solo.
Entonces, puedo decir que sé lo que una sola persona piensa, lo que quiere, lo que no quiere escuchar, lo que la empuja más allá de los límites del sentido común, la prudencia y, a veces, el decoro y finalmente desesperación. A veces también hablo de eso aquí, porque la mayoría de las mujeres escriben, pero las publicaciones más dramáticas son las de los hombres.
Las mujeres parecen guardar por un lado una esperanza, y por otro cierto pragmatismo que las mantiene ancladas a la realidad. A menudo, mientras permanecen solos, encuentran apoyo en la oración, en la pasión, en el amor propio.
Los hombres son más amargados, resentidos, rendidos. El post publicado arriba es de un hombre. Hacia el final trae de vuelta la duda de que las redes sociales puedan ser un consuelo contra la soledad. Me pareció paradójico que tal pensamiento se confiara a un foro: un mensaje en una botella.Le respondí que nuestra red social ha servido para este propósito a lo largo de los años, y que tal vez podría funcionar para él también.
Pero entonces la historia del chico que se suicidó volvió a mí después de descubrir que había estado chateando durante un año no con una chica que decía que lo amaba, sino con un hombre de 64 años. Quien a su vez ahora se ha suicidado.
Y si bien toda nuestra lástima se dirigió con razón al chico engañado, creo que fueron dos soledades que se entrelazaron, a las que la telaraña brindó un ilusorio alivio antes de sumergir a ambos en la tragedia.
Prueba de que las redes sociales son solo un medio. El resto, la vida (y la muerte), depende de nosotros.
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